Confiados hasta hace tres años de que incluso el 8K habría debutado en la física, el streaming y el declive del hardware ven la hipótesis cada vez más comprometida.
Hacia finales de 2017 la Asociación de Discos Blu-ray estaba totalmente decidida a continuar en el campo de la física. Como prueba del hecho de la finalización de las especificaciones del formato 8K en ese momento, con una hipotética ventana comercial sólo para el 2020, cabalgando en la onda mediática de las Olimpiadas japonesas con transmisiones de 7680 × 4320 píxeles y todo el potencial expresable incluso a 60 Hz.
¿Las soluciones más obvias para el 8K? Las unidades de memoria alternativas y más grandes siempre habría Blu-ray, como lo demuestra el debut japonés en tiempos más recientes de las unidades BDXL y los discos ópticos relacionados con ellas, con una capacidad de 100 GB de triple capa pero también de 128 GB de cuádruple capa. El nuevo estándar tenía que gestionar el códec de vídeo HEVC hasta un máximo de 8K / 60P y HDR (HLG – Hybrid Log Gamma), también soporta los códecs de audio MPEG4-AAC y MPEG4-ALS y para proteger las nuevas grabaciones el sistema AACS2, soporte para Dolby Vision y HDR-10+.
De hecho, la Alianza UHD vio un futuro bastante prometedor a finales de 2017, reconfortada por las ventas de hardware 4K con previsiones de considerables niveles de cobertura de alrededor del 33% en todo el mundo e incluso del 50% para Europa y los Estados Unidos a finales de este año. De cien títulos de UHD en 2016 a 250 UHD a finales de 2017 con el debut, aunque tardó, de Disney y las primeras producciones de UHD en disco. El año 2020 ha llegado y, aunque muy lentamente, el mercado de la televisión está empezando a centrarse gradualmente en los 8K, así como a mantener un alto interés y producción para los 4K. Incluso hoy en día hay (unos pocos) convencidos de que los jugadores y los discos físicos deben moverse en la misma dirección de 4K a 8K.
Evidentemente, las previsiones de interés del mercado y de los propios radiodifusores han sido demasiado optimistas al esperar que el 8K esté más presente concretamente, cuando en realidad todavía estamos muy por debajo del 1% del mercado. Balasto mortal que impide la aceleración industrial de los costes de producción, pero sobre todo los costes de postproducción para el cine: las películas que nacen en 4K son todavía demasiado raras y como tales permanecen después de la finalización del CGI, donde incluso los elementos pesados de los gráficos por ordenador se insertan después del rodaje. Renderizar material CGI en 4K en lugar de 2K cuesta hasta cuatro veces más.
8K no es un formato de cine, esta resolución corre el riesgo de seguir siendo un elemento de nicho para los smartphones, tabletas y salas de alta gama, ya que para la industria del entretenimiento no parece haber toda esta prisa por pagar un dinero que sería aún más complicado de recuperar.
En diez años han visto la transición del DVD al Blu-ray 2K entre 1996 y 2006 y otros diez años para el Blu-ray 4K en 2016, pero nadie apostaría que en seis años habrá otra revolución.
En una inspección más cercana, el propio Blu-ray UHD está lejos de convertirse en un producto de mercado masivo. En primer lugar por la escandalosa calidad de audio en los discos 4K es un milagro cuando la propuesta es DTS. Luego está el tema de los fabricantes de hardware, con marcas importantes que han tirado de los remos en el barco como Samsung y Oppo, mientras que la renovación de la flota se está convirtiendo en una quimera para los que se han quedado en el mercado de los reproductores físicos como Panasonic, LG, Sony o Pioneer.
Los problemas surgen cuando para el material de cine hay que estar cerca de los 24 fps y manejar una resolución de 8K, donde el aumento de la tasa de bits en el mismo tamaño de disco disminuirá el volumen de datos y por lo tanto la duración de los mismos. La solución podría ser una codificación más eficiente que la HEVC (High-Efficiency Video Coding o H.265), o la VVC (Versatile Video Coding o H.266). La finalización del nuevo sistema de codificación/decodificación debería estar terminada a mediados de 2020, algoritmos que sobre el papel ofrecen una compresión entre un 30 y un 50% más eficiente, abriendo los puertos a 8K en discos de 100 GB. Sin embargo, esto es una reflexión sobre los números aproximados, que no han tenido en cuenta el espacio ocupado por la pista de audio o, peor aún, los proyectos centralizados que incluyen multipistas, robando más espacio del vídeo.
Los servicios de streaming más famosos dicen que un ancho de banda de 25 Mbps debería ser suficiente para soportar un flujo de datos promedio de 4K de 15 Mbps, pero ¿con qué rendimiento técnico para el audio? ¿Y para 8K podría ser suficiente una línea de 100 Mbps? ¿Cuántos podrían usarla fuera de las capitales de provincia donde la fibra no está disponible?
¿Quién se pondría en camino de crear el entorno tecnológico-productivo adecuado para el 8K si no hay programas dignos de mención y la base instalada de TV 8K es casi nada? Pues, todavía tiempo para modernizar nuestro TV y mejor es gastar poco más por el un buen modelo de 4K que 8K.